Tras la pandemia eliminaron las filas rápidas y la prioridad no se estaría cumpliendo.

Una cadena de Supermercados en Salta somete a los clientes a una espera interminable por «reducción de personal», indican (en voz baja) los encargados.

Tiempo atrás existía una fila para clientes que llevaban hasta 15 productos y las de mayor espera eran las de mayor a 25 productos.

Hoy la realidad de la atención es que se eliminaron las cajas rápidas y hasta las cajas de prioridad (adultos mayores con dificultades, discapacitados, embarazadas) que se improvisan ante el pedido público e incómodo de los clientes: «cajera me puede atender soy discapacitada o no puedo estar parada mucho tiempo».

Consultados por esto los encargados manifiestan que no hay personal y que hasta «ellos a veces se ponen a atender en las cajas». Tras la queja de clientes los derivan al libro de quejas que hasta ellos reconocen «que nadie lee».

Cabe destacar que en Salta existe la Ley 7800 que en su artículo 5 establece que «a los fines de la protección de los derechos de usuarios y consumidores, todas las dependencias públicas y los establecimientos privados que brinden atención al público, deben garantizar que el tiempo de espera de los mismos, no supere el término de 30 (treinta) minutos y que toda persona que concurra al lugar, dentro del horario establecido para la atención al público, sea atendida», ley que no se cumple ni hacen cumplir.

Reclamo

Una mujer contó a El Salteño al Dia una mala experiencia en un supermercado salteño que se negaba a darle prioridad porque no le creía que era discapacitada.

Ocurrió en el supermercado Super Vea ubicado en la peatonal Florida de la capital.

La denunciante manifestó que fue a realizar compras y cuando se dispuso solicitar prioridad le hicieron un escándalo «todo el mundo se enteró que soy discapacitada y que no me querían atender»,  reclamó.

En la tarde del miércoles una mujer de 40 años que padece una enfermedad reumática discapacitante solicitó prioridad y le mostró su pase de saeta y su dni donde se corroboraba que era discapacitada, sin embargo la cajera le dijo «no la podia autorizar y que vaya a pedirle autorización al gerente. Situación que incomodó a la mujer que debía trasladarse a buscarlo ante la incredulidad de la cajera; «Yo tenia el pase y mi dni. Porqué me someten a este circo», contó la damnificada.

No es la primera vez,  «parece que si no me arrastrandome o con bastón no me creen. Es muy incómodo que el mundo te vea rogar que te cobren. Era mi DNI y mi cara en la tarjeta qué más quieren» indicó.

Tras su enojo la denunciante solicita que Defensa del Consumidor capacite a los cajeros en atención al cliente con discapacidad o, que vuelvan las cajas rápidas.

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