«El señor gobernador, a la hora de elegir, deberá hacerlo cuidadosamente para evitar enlodarse con la mancha que levanta toda sospecha de fraude», expresó el candidato a la gerencia del Hospital Oñativia.

En una carta abierta publicada este martes, el Dr Mateo Saravia relató lo sucedido en las elecciones del 11 de agosto cuando, a la hora del conteo de votos, reinaron las irregularidades que ya fueron denunciadas en la justicia. El Dr Nallar, histórico gerente del Oñativia, estaría en el ojo de la tormenta;

«El pasado 11 de agosto se llevaron a cabo las elecciones a gerente general del hospital Dr. Arturo Oñativia. La razón que me llevó a participar en estas elecciones como candidato obedecen a una profunda convicción moral que antepone un compromiso social por sobre mezquinas prerrogativas que tristemente suelen ser fin y objeto en nuestras instituciones públicas. Tuve el privilegio de abrevar de la ejemplaridad de mis mayores, padre y abuelo, también médicos, quienes a fuerza del ejemplo supieron corresponderse con su realidad y la de sus pacientes. No puedo negar que en ésta escuela moral, imprescindible condición para el ejercicio médico también marcan mi norte figuras como las del Dr. Arturo Illia, el Dr. Arturo Oñativia, el Dr. Laureano Maradona, o más cerca aún el Dr. René Favaloro, entre tantos otros filántropos anónimos que en silencio están haciendo patria. Pero puntualmente evoco al Dr. Oñativia por obvias razones, destacando su egregia misión, proyectada desde conceptos claros y meridianos, desprovistos de toda especulación mercantilista y que bien puede condensarse en una consigna categórica que aún hoy resuena como un eco y nos interpela al referirse al medicamento como “un bien social…”. Por ello ejerzo la medicina… y por ello mi postulación como candidato a gerente general.
Mi cargo de médico se encuentra en el hospital Oñativia a pesar de que, hace ya dos años fui (como tantos otros empleados), afectado a otra institución por la simple razón de haber apoyado en el año 2019 a una lista opositora del actual gerente, Marcelo Nallar, quien al presente aspira en estas elecciones a alcanzar los veinte años a la cabeza de esta institución.
Tengo que aclarar que lamentablemente debí recurrir a la justicia para poder participar en estas elecciones ya que la junta electoral del hospital impugnó mi candidatura aduciendo razones que no se ajustan al estatuto que rige la institución. Sin embargo, a pesar de una situación tan adversa como lo es el desarraigo y que bien reúne todas las condiciones de proscripción, afronté holgadamente estas elecciones y puedo decir que gracias a un innegable voluntad de cambio, al apoyo y la confianza que supieron brindarme aquellos empleados que disconformes con el ejercicio de la actual gerencia, expresaron su voluntad en las urnas buscando una alternativa que supo darme el triunfo con 212 votos de un total de 422 votos emitidos, poniéndome por encima del actual gerente por tres votos, si se cuenta un voto en blanco, no siendo casual que más de uno de los presentes, inclusive de las filas contrarias, me proclamara ganador en voz alta. Sin embargo, posteriormente al recuento de votos del actual gerente Nallar, el resultado arrojó el “mágico guarismo” de 213 votos a su favor, es decir, tres votos más de los esperados según los votos emitidos y asentados en padrón electoral, poniendo en evidencia una clara irregularidad al exceder por igual cantidad, al número de sobres. Ante la ostensible inconsistencia y ante escribana de gobierno, el actual gerente se autoproclama ganador negando la irregularidad de los resultados, y declarando innecesaria otra elección, alegando que la misma no tendría sentido ya que en definitiva es el poder ejecutivo quien define el cargo. La torpeza de tales declaraciones revelan un evidente desapego a las buenas costumbres democráticas, ya que la claridad y transparencia hacen de toda contienda eleccionaria una garantía que legitima a los candidatos, y sobre todo respeta la voluntad del electorado mismo. Esto llevó a pronunciarme en opuesto sentido, dejando constancia en acta notarial que solicito la nulidad de las elecciones y la necesidad de nuevos comicios, por respeto a la institucionalidad, por respeto al electorado y por respeto al poder ejecutivo, ya que el señor gobernador, a la hora de elegir, deberá hacerlo cuidadosamente para evitar enlodarse con la mancha que levanta toda sospecha de fraude. Para evitar tales apuros se torna necesario que los candidatos surjan de entre una limpia y clara contienda. (Vale recordar que la palabra candidato proviene del latín: cándida que significa blanco, razón por la cual los antiguos senadores romanos utilizaban la “túnica cándida” como símbolo de pureza).
Días atrás recibí una notificación de la junta electoral en la cual curiosamente sus integrantes desconocen la irregularidad en los comicios del 11 de agosto, arribando a la conclusión de que no serán necesarias nuevas elecciones. En otras palabras, primero fue la impugnación de mi candidatura por parte de esta junta y ahora el desconocimiento de una grosera irregularidad que bien puede filiarse al fraude electoral. No puedo dejar de evocar al presidente de la junta electoral, el contador Roberto de los Ríos, quien al final del escrutinio se me acercara en tono vergonzante para pedirme disculpas por lo ocurrido, reconociendo la irregularidad. Asimismo lo hizo otra integrante de la misma junta, remarcando el papelón de lo sucedido y atribuyendo no sin sorna a algún hábil prestidigitador la responsabilidad de los hechos. Sin embargo y más allá de lo sucedido también recibí felicitaciones por los resultados obtenidos por parte de la mayoría de los presentes, tanto fiscales como candidatos. Asimismo, pasadas las elecciones, las lamentables declaraciones del actual gerente y la preocupación de un reducido sector allegado a su entorno ante el posible recambio gerencial del hospital Dr. Arturo Oñativia se hizo manifiesta a través de infamantes injurias propias de lupanar, no haciendo más que confirmar un rudimentario gesto tribal o lo que es peor aún, su innegable propensión a practicar aquella “vieja manía de los primates”.
Por mi parte, ante tal falta de seriedad, debo ahora nuevamente recurrir a la justicia para que garantice los derechos de un electorado que se ha visto burlado por una pulsión primitiva, que prioriza los intereses de facción por sobre la sociedad en su conjunto.
De todas formas quiero agradecer a los empleados del hospital Oñativia, por el apoyo y el afecto brindado en estas elecciones tan dispares que puso en claro que el hospital no tiene dueño, y sobre todo hacerles saber que la suma de cada uno de ustedes hacen que éste hospital cobre entidad propia, prescindiendo de individualismos tan heroicos como narcisistas.

Por lo demás, sepamos distinguir cualquier conducta autorreferencial que pueda poner en riesgo la institucionalidad. En la vida no hay seres imprescindibles, si tal vez necesarios, pero todos reemplazables. Por lo expuesto, seguiré luchando por un hospital Oñativia accesible al servicio de su comunidad, garantizando a sus empleados un ambiente laboral agradable, donde el respeto y la cordialidad sean una sana costumbre que nos motive hacia rumbos perfectibles, cultivando las garantías que brinda el ejemplo, para hacer próspera y creíble toda gestión.

Mateo Saravia
Martes 28 de Agosto de 2023

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