¿Qué tiene de nuevo? y ¿de bueno? De a poco se abren todas las actividades y volvemos a la normalidad, la trágica normalidad.
Desde que se comenzaron a habilitar más actividades sociales, los resultados lamentablemente son para mal.
La nueva normalidad no es más que la vieja y triste normalidad; aumentaron los siniestros viales por la mayor circulación por lo cual vuelven a registrarse víctimas fatales sin ningún cambio en la conducta de los que manejan vehículos.
Tras la apertura de boliches aumentó la concurrencia y la violencia en estos lugares por la ingesta desmedida de alcohol. No cambió nada tampoco.
Aumentaron los robos por los mismos punguistas en el micro centro. Tampoco hubo cambios en la seguridad en adyacencia al mercado San Miguel.
Aumentaron los hechos de violencia continuados de asesinatos. Nada cambió.
Aumentaron los casos de salmonella por falta de higiene y/o consumo de comidas en mal estado en casa o por venta ambulante. Aunque la pandemia nos enseñó a lavarnos las manos parece que muchos ya se olvidaron.
Ya podemos hacernos atender con la mayoría de los especialistas de la salud pero seguimos espererando horas nuestro turno y pagando precios exorbitantes en la salud privada. No cambio nada.
Las escuelas siguen con los mismos problemas edilicias. Nada cambió.
Volvimos a las mismas calles con los mismos baches. Volvimos a la misma incertidumbre de comprar el «diario chiquito» y rogar encontrar trabajo porque la nueva normalidad es la vieja normalidad. Nada cambio o por lo menos, como dice la canción » todo sigue igual…todo sigue igual de mal».
Aunque después de una mortandad mundial podemos agradecer que seguimos vivos, pero, la sociedad merece un poco más que la vieja normalidad.