Por Jorge Villazón

 

Más allá de cualquier atrevimiento de incursionar en la respetabilísima ciencia de la psiquiatría, pero con la mirada entrenada del periodista con trayectoria ligada al análisis político, ensayo estas conclusiones. Javier Milei está bajo los efectos de la megalomanía y por eso resulta diferente, exótico y atrayente para el común, los desencantados y los desorientados. Milei es la herramienta perfecta para los poderosos y el establishment. No es un revolucionario, sino un conservador.

Milei es hoy, lo que ayer fue Carlos Menem y, las circunstancias históricas son similares. Milei se alimenta con su delirio de omnipotencia y esconde sus debilidades personales y argumentales con violencia verbal soez. Es un estafador. Vale aquí citar a Roberto Arlt, cuando presenta a uno de sus personajes tratando de engañar en un bar, a un farmacéutico atribulado, con el cuento de que ha recibido de Jesús, una martingala para ganar en la ruleta.

Allí se produce la siguiente escena: «De pronto ocurrió algo inesperado. El farmacéutico se levantó, extendió el brazo y haciendo chasquear la yema de los dedos, exclamó ante el mozo del café que miraba asombrado la escena:

–Rajá, turrito, rajá.» ¡Esta debe se nuestra respuesta!.-

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